No llegamos tan temprano (con mi hermano y un amigo) como hubieramos querido, el trabajo y la distancia nos retrasaron algo, así que estuvimos en la explanda unos 30 minutos antes de empezar el show. Debo decir que encontré el local mas lleno de lo que habían vaticinado algunos en dias anteriores (según cifras casi oficiales, el número pasó de 5000 personas) pero, para la calidad y trascendencia de la banda merecía un marco mayor, sin embargo espero que hayamos pasado la prueba y desde aquí mi felicitación y apoyo a Alberto Menacho por su esfuerzo y organización y, mi total y negativa crítica a aquellos insectos que se quedaron esperando el último minuto para ver si encontraban alguna rebaja en las entradas, luego queremos que vengan Judas Priest, Iron Maiden, ACDC, si no apoyamos a la gente que se arriesga a organizar y los hacemos padecer las de Caín, ¿que podemos pedir después?.
El concierto a punto de empezar
Entrando al tema del show, este empezó como debe ser: A LA HORA EXACTA. La gente se portó bien y a pesar de que ahi dentro parecía que a uno lo tumbaban en cualquier momento, supe aguantar la embestida y salí entero y feliz, ojo que hablo en singular porque a esas alturas del concierto, ya no sabía por donde andaban mis conocidos, aunque por ahi vi a algunos fugando de la masa hacia atrás para tomar un poco de aire y luego volver.
Entre los momentos cumbres para mi, estuvieron las interpretaciones de Symphony of destruction, Holy wars, Hangar 18, Wake up dead, In my darkest hour, Tornado of Souls y Washington is next. Hubiera querido escuchar temas como Set the world a fire, My last words, Mechanix y Mary jane pero no me quejo, al contrario, es poco lo que se puede pedir después de la presentación de uno de los grandes del metal de todos los tiempos.
Tornado of Souls con el intro virtuoso en tap a 8 dedos de Chris Broderick
En resumen, un gran concierto y espero la visita de otros grandes aunque, lo que mas espero, es que cambie la mentalidad de la gente del entorno y, la cultura musical de la población del país, para que puedan venir otros grandes del rock pesado sin que los organizadores tengan que pasar mil y un peripecias para llevar a buen puerto los eventos.
1 comentario:
Muy cierto, a veces nos acordamos de gritar, pedir más y exigimos, pero a la hora de apoyar a gente que pone el hombro en la escena -como Menacho-, pocos dicen ¡Presente! y tenemos a gente que siempre se llena el pecho diciéndose metaleros, pero esperan entradas de cortesía o esperan el remate de entradas, con lo cual acaban saboteando las intenciones que usualmente reclaman.
Y aquí no me refiero a los que por cuestiones de dificultades económicas no pueden asistir, sino a aquellos que pudiendo hacerlo, optan por la picardía y la viveza, roñas estas, muy peruanas, pero que no nos han llevado ni nos llevarán a ninguna parte.
Muy bueno el concierto. Y la gente se portó a la altura, aunque hubiéramos querido ver más gente. ¿Será que solo hay unos seis mil metaleros en un país de veinte millones de fulanos?
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